martes, 30 de junio de 2009

Sobre el proceso de “1” (primera parte)

Después de sobrealimentarnos con cine, coincidimos que era tiempo de experimentar con nuestras impresiones…Después de todo éramos estudiantes de arte. Y aunque eso no era un condicionante para hacer “cosas creativas” si nos estimulaba a la producción. Nuestra experiencia no ha sido muy original, a pesar de todos nuestros esfuerzos. Y es que habíamos visto tantas cosas (y faltando muchas más por ver) que es difícil siquiera pensar que algo llegue a ser “original”. Pero nuestra búsqueda de no caer en convencionalismos, ni seguir recetas (ni siquiera del tipo “vanguardistas”) para intentar algo propio, más que original. Es decir, ya no buscar sorprender a los demás, sino buscar cumplir el desafío de no hacer algo que siga códigos económicos, estéticos, estilísticos, y sobre todo ideológicos. Sentirse bien de estar haciendo las cosas “a tu manera”…si alguna satisfacción te da el cine es esa, supongo. Crear un mundo bajo tus reglas, y que se vayan al carajo todos.


Hay algo importante en esto; renunciamos al concepto consumista del “público”. No existe “El público” al menos no como nos lo tratan de englobar los yuppies del marketing, existen personas con un gusto particular, con una individualidad a la que se intenta enajenar y masificar. Existen quienes pueden elegir esa posición pasiva, y a quienes no se les enseñó otra forma de ver, por lo que la voluntad personal ha sido invadida y ultrajada. Pero no son un todo, ni son todos. Es por eso estúpido pensar que habrá películas “para todos los gustos” o que gustará a un grupo “objetivo”, pensamos que más bien hay quienes se sensibilizan con lo que dices, y sienten empatía por tus ideas, eso es comunicación; es personal e inigualable.

Bueno, dejando de lado el narcisismo propio de estudiantes de arte, pensábamos en que se había dicho tanto y se había perdido tanto más por decir. La honestidad sobre todo. No me van a decir que las películas de Josué Méndez, Claudia Llosa, Álvaro Velarde, Aldo Salvini, y, ¿porqué no? Francisco Lombardi (ya saben que más por su pasado que por su presente o futuro…sí, no hay futuro para una estrella apagada), eran suficientemente honestas. Existe una presión clara en sus trabajos; quien lo quiera negar está siendo condescendiente. Hacer una película que intente seguir sólo el motivo de hacerla, y que este motivo no se tergiverse con cuán aceptada sea, cuántos premios pueda ganar, a cuántos Festivales la puedo llevar, o cuánto se recuperará de lo invertido. Se ha perdido ese sentido con el éxito regular de, por lejos, los mejores cineastas peruanos. No estamos tratando de ser parricidas, creemos que, de hecho, no estaríamos ni hablando, ni pensando en cine honesto, sin los nombres mencionados. Sólo decimos que el cine nacional no debería, ni debe, estar marcado sólo por ese camino. No todos tenemos la bendición de Conacine y su muro de 35 mm. Ni de Ibermedia, ni de los medios, ni de haber estudiado en el exterior, ni tener familias que nos hereden algo más que el apellido. Todo país tiene su sótano, y a mucha honra, quisimos estar ahí. Queríamos saber de su existencia primero, y al comprobarlo, quisimos que nuestro concepto de cine fluya libre en ese enmohecido nicho ecológico. No por esa ambición Friki de ser marginal; ni el rey lagarto, ni algo parecido. Sólo por esa libertad, por esa satisfacción de no conceder nada, ni a nadie que no sea a tu deseo de crear. Ese, creemos, es el logro y la satisfacción para todo aquel que se haya aventurado a crear.
Por eso renunciamos a los recursos técnicos; eso de trabajar con soportes “cinematográficos”, con tipos de lente, filtros, luces, boom, trípodes, Dolly, steady, etc…no iba con nosotros. Sólo 3 personas, una idea y una cámara handycam. Después a chambear en la computadora con el software gratuito que te dan con la cámara.

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