Una interesante iniciativa en un año de vacas flacas. Normalmente se cree que el cine peruano está regido en su mayoría por los patrones estéticos limeños, los cuales en las últimas décadas están marcados por las repercusiones de los fenómenos sociales, tales como la migración andina a la capital, el terrorismo, y la marginalidad en diversos aspectos de la vida metropolitana. Pero la constante y pujante producción al interior del país, modifica esa visión centralista. Paradójicamente, es el cine de provincias el que mejor se ha adaptado a una realidad global cambiante, en referencia al cine, la de la producción en formatos digitales y video. Menciono esto porque, tal vez sea el caso que la influencia esta vez venga del interior, y no me refiero a la mal llamada "cultura chicha".
Los jóvenes directores que exhibieron sus producciones en la 1º muestra de cine limeño han cambiado mi forma de entender, hasta ahora, el cine peruano. Ellos no explotan el caos de la informalidad limeña, ni su bizarra vida nocturna, o la versátil comicidad popular, y tampoco los variopintos personajes que agoran la ciudad. Han apostado por la Lima personal, la que viven o interpretan ellos. Sus propuestas , artísticas y arriesgadas, sin llegar a ser frescas, pero totalmente necesarias en el oásis del cine capitalino.

El hiperrealismo de la película se acentúa cuando los personajes hablan, tartamudean, desarticulan y desvarían. Si bien la base de la película son los diálogos (los cuales son destacados si se considera que no se ha escrito guión), uno no puede evitar sentir la ciudad pesando en sus ojos, sus gestos, y en ese marco sonoro, que desespera por momentos, lleno de sonidos sucios; pregones, bocinazos, frenadas y silbatos. Uno se va preparando a lo que se viene cuando de pronto el silente y contemplativo inicio se ve irrumpido por el ruido de un avión. Hay cinco personajes en "1", dos de ellos presenciales y tres implícitos: "Él" y "Ella" (los personajes tampoco tienen nombres), a ellos se suma la ex pareja de "Ella", presente a través del teléfono móvil al que no deja de estar pendiente, el cuarto, la ciudad, que representa el espacio de desarrollo donde los personajes (no) se ubican (todas las situaciones terminan en el enorme edificio del centro cívico, representando lo inalcanzable), y el quinto no es otro que la mismísima mala suerte, arriesgándome a considerarla como la verdadera protagonista de la película.



En resumen, podría decir que la generación Youtube ya tiene sus representantes en el país, lo cual es gratificante, considerando que ninguno ha recibido un centavo del estado o alguna productora, de esas que andan por ahí. Se merece hacer seguimiento a estos jóvenes directores, y que no nos sorprenda que de pronto empiecen a dar que hablar en el exterior, pues se sabe bien que en nuestro país encaja de maravilla la frase "no hay profeta en su propia tierra".
Alberto Sotelo
Comunicador.